sábado, 4 de junio de 2011

Cualquier domingo dado....


Es curioso que cuando uno se quita la mirada del ombligo empieza a ver que hay un mundo afuera que nos da todas la pistas para no sentirnos tan especiales. Pongamos el caso de Zapatero, el jefe del gobierno de España. Antes de ser presidente, criticaba sin pausa a Jose Maria Aznar, aquel bajito de bigote espeso con aires de grandeza y amigo de Bush. Cuando le toco el turno a "zetape", como cariñosamente le llaman, parecía ser el presidente ideal, o políticamente correcto de apoyar: socialista, enterado, liberal, tranquilo, etc. Llevaba dos periodos hasta que le explotó en la cara la crisis mundial y lo pilló con un país mal preparado para aguantarla llevando a su partido el PSOE a su mayor derrota en la historia. Te podías tomar un cañas con el tío, apoyabas sus causas pero preferias mentarle la madre por no trabajar en lo importante. El tipo no hace el resultado necesariamente (En la otra orilla podemos encontrar a Pep Guardiola, sin embargo).

El Perú esta por votar el día de mañana y la historia de arriba refleja, en un sentido algo entreverado ciertamente, mis sentimiento ante ambos candidatos pero sobre todo hacia mi propia sociedad. Tanto Ollanta Humala como Keiko Fujimori, no son mis primeras opciones para elegir a alguien para sentarme en una mesa y tomarme unas cervezas. No representan las posturas más liberales posibles, no son atildados, ni tienen mucha presencia internacional (ni local), manejan pocos referentes y ciertamente sus discursos son cualquier cosa menos inspiradores. En lo personal diera la impresión que ambos son aburridos en su excesiva cotidianidad, parece que no leyeran mucho, no han destacado en nada en particular pero tampoco se les puede llamar ejemplos de fracaso. Ambos guardan calaveras en su armarios, parece que dependieran ideológicamente de sus padres y sobre todo los dos parecen que representaran los intereses de fuerzas mucho mayores a ellos. Pero antes los medios ambos son presentados como el agua y el aceite, el alfa y el omega, el futuro y el pasado, la libertad y la tirania, la economia vs la moral. Es tanto así que dos figuras que pareciera que se despreciaran mutuamente apoyan cada uno al bando opuesto: Mario Vargas LLosa y Hernando de Soto. Ambos, bastiones de la libertad de mercado, de la apertura internacional, de la democracia, enfrentados por la misma palabra pero de diversa acepción: Democracia.

El primer ejemplo trata de gráficar que en el fondo, las fuerzas que mueven la prosperidad de una nación están muy por encima, infinitamente por encima, de la calidad personal o máscara ideológica de los candidatos de una sociedad. Y es precisamente el estado actual de esa sociedad la que realmente importa para hacer una prognosis de lo bien o mal preparada que esta para hacer frente a un futuro siempre incierto. Y viendo el racismo que flota en las redes sociales, el desagüe de ciertas personalidades políticas recicladas en los entornos de cada bando, la falta de preparación puesta en los planes, el asistencialismo, etc, pareciera que poco tiene que ver por quien elijamos para navegar con seguridad en el futuro. El fujimorismo representa por ratos la cultura de "pepe el vivo", el arreglo bajo la mesa, la cultura del "así nomas comparito". El ollantismo pareciera que abraza la mano dura por que si, la tozudez, la obsolescencia de ideas gubernamentales. Y si ambos movimiento no existieran hoy en día, los valores expresados seguirían en la sociedad. Hay una porción de la sociedad que no desea que el espectro menos favorecido salga de su situación y se equiparen las oportunidades con el tiempo y por otro lado la mediocridad y la falta de una buena formación ha permitido que la cultura del asistencialismo sea el salvavidas para flotar sobre la pobreza.

El Perú ha prosperado económicamente en los últimos 15 años lo que no hizo durante los anteriores 25 años. Pero en lo referido a los cambios sociales y las culturas de inserción y ética laboral ha variado aun muy poco en ese tiempo. El hecho que porciones de la sociedad en aislamiento histórico se hayan integrado en los últimos años se ha debido a la onmipresente tecnología más que ha políticas reales de desarrollo. En ese devenir, la dicotomía Ollanta-Keiko no deja de ser más que una fotografía del momento, de este momento: ambos en su aburrimiento, domesticidad, improvisación y paternalismo son solo un reflejo de aun una buena parte de nuestra sociedad y finalmente de lo que somos. Este Domingo no definimos realmente mayor cosa.

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